22 de noviembre de 2011

22 de noviembre. Si, un mes.

Sí, un mes completo. 2º de bachillerato y salir con los amigos es totalmente incompatible con hacer cosas como mantener un blog jaja.

Sin embargo, esta noche, revisando mi archivador y ordenándolo de forma definitiva para los exámenes finales, organizando apuntes, abrí sin querer la caja de Pandora. Revisé esa parte del archivador que reservo exclusivamente para todos aquellos detalles que me han agradado a lo largo de los años (tarjetas, marcapáginas que usé en libros increíblemente buenos, fotos impresas pero que no tengo intención de poner en alguna otra parte, trabajos de los que me encuentro particularmente orgullosa...), y no he podido evitar sentirme llena de nostalgia al releer la nota que me regaló alguien, quizás un amigo aunque no se si ese es el término correcto, hace ya algún tiempo.

Recuerdo que, tras decirme lo extraña que a veces resultaba mi persona, concluías con un "En cualquier caso, lo que admiro de ti desde que empezamos a conocernos, es tu afán por mejorar como persona que sirva a los demás. Ese afán te engrandece cada día. Siempre podrás contar conmigo. Sigue siendo reconfortante hablar contigo; no lo pierdas."

Qué lejanas me suenan ahora esas palabras, cómo quisiera haber mantenido el contacto, que conozcas cómo soy ahora. Me encantaría seguir estando bajo tu tutela y guía como entonces, saber que, cuando más perdida me sienta, podrás decirme alguna palabra que me haga reflexionar y seguir adelante. Me enseñaste a volar sin las alas de la gente de mi alrededor, haciendo que fuera yo misma la que decidiera mi forma de ser, haciendome ver que mi opinion valía tanto como la de otros, que a pesar de mis defectos, yo era una persona que merecía la pena por mí misma, tuviera o no los amigos que tenía. Me elegiste a mí entre tantas personas para tener una relación basada en un cariño profundamente fraternal, haciéndome sentir especial al haber sido, por primera vez, tenida en cuenta por encima de mi entorno y no solo como la sombra de mis amigos. Echo de menos la sensación tan reconfortante que era mantener "charlas filosóficas" durante toda una tarde y sentir que nos faltaban horas para decir todo lo que teníamos en mente, llegar a nuestro punto de reunión y ser el único lugar en el mundo en el que de verdad me sentía valorada por ser como era.

Pero las circunstancias pusieron espacio de por medio, como es lógico y suele pasar. Sólo espero, que si algún día lees esto, seas capaz de reconocer tus propias palabras, que sigas manteniendo el cariño paternal que me tenías, igual que yo conservo y espero conservar el que te tengo. Ojala nuestros caminos se vuelvan a cruzar, ojala en su día yo hubiera tenido medios suficientes para que pudieras aprender algo de mí, para que pudieras admirarme tanto como yo te admiro. Gracias por hacerme sentir humana, y no solo la sombra de otra gente. Gracias por aclararme el tipo de persona que quiero ser, porque si de alguien tengo que tomar ejemplo, estoy segura, que es de ti. Muchas gracias.